En un cuento de Max Silva Tuesta sobre Juan Pérez se narraba su historia, la historia de este personaje quijotesco que luchó durante toda su vida y al final de ella se escribió en su lápida: “Aquí nace Juan Pérez, pesaba 67 kilos pero fue aplastado por la realidad que pesa 67000 toneladas”. Este impresionante tonelaje de la realidad es el peso de la estupidez y de la brutalidad.
Cuando al fallecido Armando Robles Godoy le preguntaron sobre cómo fue posible que no fuera aplastado por la realidad del cine nacional al haber luchado tanto con verdadero empeño, este respondió que Él tenía más o menos un millón de toneladas de valor.
Para mí el valor, esta virtud humana tan importante, es lo que ha caracterizado nuestra pasada elección. Creo que la fuerza de voluntad de una población entera aunada a la movilización de los jóvenes, al interés suscitado por el futuro bienestar y al arribo de las nuevas formas de comunicación han permitido que el pueblo se manifieste por la democracia. Por otro lado, se han abierto muchas heridas a causa de la violencia y la brutalidad entre familiares y amigos. Pero por sobre todo eso, el peso de la brutalidad no ha podido aplastara la razón.
No queda otra cosa que comenzar a ser vigilantes día tras día esperanzados en un nuevo y mejor mañana para un país tan hermoso como el Perú.
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