Hace un par de semanas entre al mar mediterráneo a las 4 30 am, luego de bailar y reirme por unas horas en la ciudad de Mataró. Y claro tenía dos amigas como acompañantes en la aventura nocturna. Recuerdo que habia una maquina niveladora de arena que a veces nos enfocaba y hasta un grupo de personas que se nos acercó a decirnos que no eramos gente normal por estar en el agua a esas horas. No teniamos toalla y hacía algo de viento, pero la energía interior es lo que prevaleció. Jugamos mucho, sobre todo yo, ya que me mantenía caliente y me divertía haciendolo. Lo que si no me gustó mucho fue no entre desnudo ya que el contacto natural del cuerpo con el mar debe ser una experiencia única. Lo mejor de todo fue que salió de la nada, de una viento ligero que soló pasó y nos sopló a la oreja esa idea.
Hoy nu sucedió lo mismo, iba corriendo en la playa por una media hora y tenía 2 opciones. Ir a hacer algo de gimnasia o entrar en el mar. Dado que hace semanas tenía la inmensa tentación de entrar desnudo al mar hoy lo hice. Claro hay que vencer con anterioridad nuestro pudor, pero para eso basta dar unos pasos adicionales hasta la playa de San Sebastían en Barcelona y mezclarce entre la gente. Ha sido otra meta cumplida, he sentido mucha libertad en el mar, nadando por unos minutos, libre como un pez, como cuando estaba en el vientre de mi madre antes de nacer, como un ave, como una bandada de gaviotas, como un rayo de sol, como una ardilla en el bosque. He sido libre y estoy contento por eso.
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