Marga Soler- La Vanguardia 15/11/09
Una mañana de 1888 (el mismo año de la exposición universal de Barcelona), 8 años antes de su muerte , Alfred Nobel leyó en la prensa su propio obituario y casi le da un infarto. En realidad era su hermano Ludwing quien había fallecido durante unas vacaciones en la Riviera Francesa, pero algunos periódicos confundieron las identidades. El científico, inventor de la dinamita, quedó tan desconcertado al verse descrito como "mercader de la muerte" que se puso manos a la obra para asegurarse una despedida más amable cuando llegara el momento. En el testamento dio instrucciones para crear una fundación que otorgase cinco premios anuales " a aquellos que hayan realizado el mayor servicio a la humanidad en los campos de la física, la química, la medicina, la literatura y la paz". (El de economía se estableció en los años venideros). El de Literatura, en concreto, debía recompensar " a quien haya producido lo mejor en sentido ideal" una formulación poco clara que aún hoy genera algunas dudas.
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