jueves, 8 de abril de 2010

Jueves 08 (Viernes 09)


Hoy hay muchas cosas que decir. Podría comenzar contando que acabo de regresar del Harlem jazz club y mi correa me aprieta cada vez más mi estómago. Hoy me reuní con Iñaki, caminamos y conversamos por horas para luego ir a comer un bocadillo. Claro no podríamos terminar la noche sin beber unas cervezas y esta noche fue con soul y funk de por medio. Caminando por la diagonal, recibí una llamada muy esperada. Era mi pupuchirri desde Oporto, contándome como iba su viaje. He fotocopiado un trabajo del año pasado para guiarme en la resolución del mío en mi curso de estructuras mixtas. Mañana ya es viernes y esta semana se ha pasado tan rápido que no puedo creer en el fin de la semana.

¡Qué semana santa que he pasado!. Recuerdo mucho que nos sentíamos raros el uno con el otro al ir a recoger a mi novia al aeropuerto y regresarnos en bus. Al parecer hay un efecto producto de la distancia y los días sin vernos que nos hacen estudiarnos ligeramente, sobre todo el primer día de reencuentro. Es preciso anotar esto, por que sucedió todo lo contrario el último día que la tuve entre mis brazos, producto de la falta de espacio en un autobús rumbo a Madrid. Así es la vida a veces, te llena de felicidad con tanta fuerza que te quedas sin palabras.

Un martes, hace más de una semana decidimos preparar un pica pica con comida peruana. No recuerdo haber pasado tantas horas en la cocina para preparar una cena, pero alguna vez hay que hacerlo. La cena consistió en Choclito con queso y yuquitas fritas en salsa huancaína picante y no muy picante, acompañado por una causa limeña preparada por las mejores manos peruanas. El hecho de comprar los productos, cortar, mezclar, probar, quitar y todo lo demás, hizo de esta cena una experiencia fenomenal. Invitamos a mis compañeros de piso Inés, Juan, mi primo Alfonso y su novia Maggi, y un colega de la universidad llamado Marco y su amiguita Sandra. Luego de cenar tocamos algunas canciones en guitarra acústica y cantamos nuestras canciones.

Recuerdo que una tarde curiosa discutí con mi Noia y luego de amistarnos decidimos ir a visitar a mi primo a Mataró. Cogí mi guitarra al hombro y marchamos en busca del tren. Al pasar por la costa brava, la vista era muy bonita y decidimos seguir el curso, a pesar de no contar con boleto para el trayecto siguiente. Llegamos hasta Blanes, la última parada de Renfe media distancia que va por la costa. Allí esperamos un nuevo tren, que esta vez iba con dirección hacia el interior de la comarca hasta Maçanet. Al llegar a esta estación, siendo un día de fiesta sobre las 21 30 h, supuse que no habría más que un tren de regreso a Barcelona, es Barcelona tan lejana desde esa estación. Con el tiempo justo pude buscar los horarios, pero el sonido de la llegada de un tren acompañado por el grito de una persona nos hizo correr como locos hasta treparnos en el vagón sin pensarlo dos veces. No teníamos billetes y no sabíamos la ruta a seguir, solo habíamos confiado en las palabras de un tipo al cual nunca habíamos visto antes. Todo iba con algo de tranquilidad cuando de pronto se acercaron a donde estábamos un grupo de negros. No me percaté, pero pude ver que el controlador se acercaba más y más. Por un lado teníamos la multa de 50 euros a cada uno por no tener un billete válido. Además, mi Noia no viajaba con documentos así que estaba aún más nerviosa. El controlador se seguía acercando y al final en el vagón paró. Bajamos y rápidamente decidí correr a otro vagón, porque en esa estación no había más que oscuridad y silencio. No sabía dónde estábamos y no pretendía esperar allí en el medio de la nada. Son estas las decisiones que en cuestión de segundos te marcan. Al volver a subir, justo sonó el pitillo que indica el cierre de las puertas del tren. Mi Noia, con una cara que difícilmente olvidaré, me miró a los ojos como queriendo desaparecer. Decidimos sentarnos y esperar, siempre vigilantes, estación por estación hasta la llegada a Barcelona la llegada inoportuna de un nuevo controlador que esta vez nunca llegó.

Una noche fuimos a conocer Sitges, la ciudad del carnaval. Recuerdo la caminata comiendo gofres de chocolate. El boulevard, la cena con paella y salmón. El vino rosado, los besos y las caricias. Al regresar esperamos por mucho tiempo un bus, mientras escuchábamos algunas canciones que han quedado en mi memoria.

Otro día, partimos a Carcassonne, ciudad francesa a 290 km al norte de Barcelona y cerca a Toulouse. Viajamos 5 personas, cargados de ilusiones por ver un castillo medieval y conocer una ciudad con un cielo precioso. El trayecto en coche por la frontera que une Catalunya y Francia es genial. Girona y Figueras me gusta mucho en comparación con los paisajes cercanos a Pepignan y Narbonne. Hay una zona en Girona, donde puedes esquiar de día y bajar a la costa brava a descansar en las aguas del mediterráneo por la tarde, todo un lujo. La citè du Carcassone, es genial. El castillo, la atmósfera, el viento, la lluvia, el frío, la tempestad, etc. Claro sería mucho mejor si se destinaran más recursos a la conservación del castillo, pero la arquitectura y la historia que encierra la hacen única. Hemos comprado nuestro primer recuerdo en conjunto con mi Noia, una caja musical que al girar una manivela reproduce el Bolero de Ravel. Hemos decidido que tendremos un espacio especial en casa destinado a nuestros recuerdos y así será. Recuerdo que al regresar, ronqué en el coche y desperté a mis compañeros de viaje. Usualmente no me doy cuenta que lo hago y me desagrada, es más ya encontraré la forma de no hacerlo o evitarlo.

Me sorprendo a veces, cuando me paro en una esquina o en una parada para mirar el cielo con amor. Extraño mucho a mi Noia, su calor, su vida, su ser. Estoy seguro que como suma somos muchísimo más que como parte y parte. Me siento muy feliz esta noche, porque al mirar hacia atrás me encuentro con muchas fotos en mi mente de nosotros, miradas llenas de esperanza y cariño, sobre todo eso: cariño. Hablando conmigo mismo escucho: “Tienes razón en eso nuevamente amor, es fantástico encontrar a alguien a quien puedes amar tanto, tanto y descubrir día a día que ella te ama de igual manera”. Hoy no deseo pedir nada, solo he deseado desde el principio escribir este post para agradecerle a la vida esta oportunidad que me brinda.

1 comentario:

Tu noia dijo...

Haces de cada momento un sueño, y de cada sueño, una hermosa realidad...
Te amo con toda mi alma, cielo.
Nunca sueltes mi mano que yo jamás me cansaré de arroparme en tu pecho y decirte "buenos días, mi amor"...
Eres mi vida.