Sábado 10 de Octubre
Hola querido diario. Te escribo desde una nube, no sé si cumulo-nimbos, pero me siento cómodo en ella. Me he sentido abatido, melancólico, ido, circunspecto, alegre y triste a la vez como un adolescente últimamente. El ejercicio de vivir puede agotarte físicamente cada semana, pero luego de algunos meses también puedes llegar al bochorno intelectual. Es necesario en ese caso jugar, jugar un poco con la vida para que ella no juegue contigo. Claro, es peligroso si pierdes de vista tus objetivos y te dejas llevar por el viento. No tiene nada de malo, pero al poco tiempo te das cuenta que ya no eres el que eras, que escuchas lo que escuchabas, no vez lo que deberías ver y no actúas como esperabas. Es una sensación o un conjunto de sensaciones extrañas que te hacen sentirte vivo. Me da alegría expresar lo que siento y ver que puedo regenerarme, aunque no ha sido fácil darme cuenta de esa necesidad. La plasticidad de las rutinas en el día a día ciegan las posibilidades de la entrada del aire necesario para respirar y de mi alimento. En todo caso, debo ser fuerte y luchar hasta quemar el último cartucho. Los seres humanoides somos curiosos y particulares. Nos gusta vanagloriarnos de manejar masas sin saber manejarnos a nosotros mismos. El hombre ha conquistado la luna, pero ¿Quién se ha conquistado a sí mismo? Ya lo decía San Antonio de Padua: Todo hombre es rey, si sabe conquistarse a sí mismo.
Entonces sin más ni más, he decidido desconectarme por el fin de semana. Omitir mi presencia en las redes sociales, el correo electrónico y apagar el móvil. Eso también incluye volver a disfrutar de las cosas que solía hacer en el pasado, desconectar de los amigos frecuentes y encontrar algo de paz y tranquilidad en algún lugar. A respirar…
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