La llegada a Amsterdam fue seguida por el recorrido de la ciudad. Recuerdo que nos perdimos preguntando la dirección de nuestro couchsurfing. Cuando llegas a una ciudad nueva sobre las 6pm y te pierdes comienzas a imaginar cosas, aún más si esta ciudad es alucinógena como Amsterdam. Al pasar la noche recuerdo que no pudimos usar los teléfonos públicos para llamar a un antiguo amigo que conocí en Barcelona: Barney. Así fue como lo contactamos y luego de unos 15 minutos llegó para recogernos en su biclicleta, porque casi todos van en bicicleta en Amsterdam. Me sentía muy agusto con ese hábito, ya que en Barcelona a pesar de tener todo un sistema diseñado para facilitar el uso de las bicicletas en el transporte público, aún falta mucho por hacer. Igual la ciudad es fantástica de noche y de día, en ese orden. La arquitectura, el paseo en bote y el simple hecho de caminar la ciudad hace que la visita en esta tierra valga la pena.
Amsterdam fue fundada hacia el año 1200 como un pequeño pueblo pesquero en las marismas de la desembocadura del río Amstel. La población no tardó en erigirse la primera potencia comercial del norte de Europa y, en el siglo XVII, en el centro de un extenso imperio. Con 750 000 habitantes en Amsterdam coexisten belleza y serenidad con sus clubes nocturnos del barrio rojo y sus elegantes casas en las orillas de sus canales.
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